Divorcio/duelo
El divorcio es disolución
legal de un matrimonio, a solicitud de uno o de los dos cónyuges, cuando se dan
las causas previstas por la ley.
La ley pauta la
forma de realizarse, pero no existe un manual que indique a un individuo común,
como manejar las emociones y los
procesos mentales, antes, durante y después del divorcio.
Los profesionales
del derecho instruyen sobre lo que dispone la ley, la conveniencia de los
procesos, el tiempo de duración aproximado, la forma de división establecida en
la ley, las medidas cautelares o preventivas sobre los bienes, en ocasiones
aconsejan no hacerse de inmediato, dar tiempo a la pareja de buscar ayuda
profesional, pero las decisiones de uno u otro son las que darán inicio al
proceso. Los familiares quieren y no quieren intervenir, no saben cómo o a
veces lo hacen desde una perspectiva prejuiciada contra uno u otro, causando más
malestar que orientación.
La disolución es separar lo que estaba unido de
algún modo. La pareja que estaba unida en lo legal, emocional, social, económico.
Deberá volver del plural nosotros al singular yo, lo que implica dejar el
ambiente uno de los dos o ambos, ósea mudanza, perdida o distanciamiento de
grupos de amigos o perdida de vínculos familiares, división de bienes y cuentas
que es resta para el patrimonio, por lo que se deberá organizar para
administrarse con menos y en ocasiones
solo con los enceres personales.
Las relaciones nacen,
florecen y si no se cultivan mueren, porque se destruye el amor, la
comprensión, la empatía, la fidelidad, produciéndose un duelo y la palabra
duelo implica dolor.
El duelo es un
proceso de ajuste emocional después de una pérdida, durante el cual emociones compiten entre sí: miedo, ira,
tristeza, frustración, culpa.
El periodo de
tiempo que abarcará todo el proceso de duelo por divorcio, no es estándar ni se
puede calcular de una forma exacta ni aproximada, cada persona tendrá su propio
ritmo para atravesarlo y dependerá de factores como:
- Quien acaba y toma la decisión en la
relación (no es igual “dejar” que ser “dejado/a”)
- El motivo de término
de la relación (no es lo mismo que sea porque no nos llevamos bien, que porque
haya otra persona, o descubra una infidelidad)
- La forma en que
se termina la relación (si se habla o no
hay oportunidad de una explicación, si es por una pelea o es consensuado)
- Qué impacto tiene
en sus circunstancias vitales (tener hijos o no, cómo se queda la persona
económicamente, si su red de apoyo y amistades eran individuales o de la otra
parte, etc.). –
-Características de
la propia relación mantenida (años de convivencia, tipo de convivencia, qué me
aportaba esa relación...)
- Características
personales (no es lo mismo una ruptura a los 20 que a los 50 años, si tiene una
vida laboral y de ocio o no, si es la primera ruptura o la cuarta, etc.).
- Y también afecta
qué pasa a partir de la ruptura, cómo se comporta la ex pareja (no es lo mismo
que no pare de llamar que si se muda a otra ciudad), qué impacto familiar y
social tiene (no es igual verte apoyado/a por familia y amigos que si te
critican y reprochan continuamente) o incluso en el caso de hijos a que
acuerdos llegan.
Todos estos
factores influirán en cómo se vivirá el duelo, pero además las fases que
mencionaremos a continuación no necesariamente se dan todas de forma ordenada.
Las fases más
comunes tras una ruptura son:
1.- Incredulidad/negación Se observa de una
forma más evidente, cuando la persona es abandonada, sea por el motivo que sea.
Es una fase que se corresponde con el shock inicial de la noticia, y con el
mecanismo de defensa de no querer enfrentarnos a esa realidad. Pero cuando es
la propia persona la que rompe la relación esta fase puede que haya aparecido durante
alguna de la etapa de la relación donde la persona empieza a evitar la
probabilidad de separarse.
2.-.
Ira (venganza): la persona ha tomado conciencia de lo que le ha
pasado, de la pérdida, y vive la ruptura como un ataque personal o una
injusticia. Aquí suelen verbalizar todo lo hecho por la pareja, todos los
esfuerzos y sacrificios que ahora se ven inútiles, y la ex pareja se ha
convertido en el/la mala de la relación.
Sensación de
descontrol, necesidad de salir, En la mayoría de los casos, la autoestima se ha
visto dañada tras la separación, especialmente si son los “abandonados” o ha
habido terceras personas implicadas en la ruptura (o después) la necesidad de
verse mejor, incluso de ligar, comprobar que pueden seguir siendo atractivos/as
y que el mundo no se va a acabar por esa separación, etc.
3.-Tristeza: cuando me lo creo, asimilo lo
que está pasando y paso el shock y bloqueo inicial, empieza la tristeza y el
dolor.
El Miedo a lo desconocido, a estar
solos/as, a qué les deparará el futuro, a enfrentarse a nuevas tareas o
funciones que llevaba la otra persona y que no se ven capaces de hacer, en general miedo a todo y a veces a nada en
concreto, solo al futuro y si será peor que lo ya conocido. La angustia, a veces con forma de
ansiedad, cuando están esperando los papeles para una separación legal, cuando
hay hijos pero no sentencia y se ven obligados a negociar o estar en contacto,
y también cuando hay bienes comunes y el reparto está pendiente de hacer. La
culpa se siente culpabilidad por la
nueva situación o se busca esta culpabilidad en la otra persona o fuera de la
relación: "La culpa de todo es mía/suya/del trabajo/de su madre/de su
amiga/o...". Es una forma de buscar explicaciones a lo que ha ocurrido, de
encontrarle sentido y poder justificarlo. Buscar culpables o convertirse en
víctimas es improductivo, pero en cierto modo, es inevitable.
4.-Negociación:
Esta es una reacción normal a los sentimientos de impotencia y vulnerabilidad,
es a menudo una necesidad de recuperar el control.
Aquí surgen los
dilemas. No sabes si decidirte a olvidar o recuperar a tu ex: ¿Y si algún día
se arrepiente de lo que hizo? ¿Y si la otra lo deja? ¿Pero si yo soy quien se
arrepiente de haberme ido a otro lugar? ¿Si lo recupero y todo va de mal en
peor? ¿Y si nuevamente se quiere aprovechar de mí?
- Nostalgia: echan de menos los buenos tiempos
y la ayuda y la compañía de vivir con otra persona. Suele ser la fase donde
hacen introspección, se perdonan y perdonan, y aunque también aquí pueden
aparecer dudas y miedos sobre el futuro, especialmente sobre futuras
relaciones, es una etapa optima para hacer una revisión del papel que han
tenido en otras relaciones, qué necesitan cambiar en un futuro.
- Serenidad: Comienzan
a retomar los contactos sociales y muchas rutinas. Son capaces de exponerse a
situaciones y lugares que han estado evitando. No tienen ansiedad por salir o
ligar, y son más selectivos con los planes que hacen, ya salen o quedan si de
verdad les apetece y les viene bien, pero si no pueden, se quedarán en casa
tranquilamente.
5- Aceptación La persona es capaz de
pensar en su ex pareja sin dolor de antes. Puede que incluso ya pueda tener
información de su ex sin angustia ni ansiedad, y si tiene alguna emoción
negativa no le afectará tanto. En general, suelen tener un estado de ánimo
positivo y estable, se ven fuertes y capaces de seguir su camino. Ya no se
aferran a ninguna idea de volver, ni al recuerdo de esa persona, se sienten liberados
y capaces de rehacer sus vidas.
Como explicamos anteriormente,
el divorcio puede llegar a ser uno de los eventos más estresantes en la vida por
todo lo que implica la separación, por
lo que es bueno acompañarnos a buscar ayuda psicológica para que cada fase que
vivamos pueda fortalecernos y prepararnos para iniciar la marcha, pasar el
proceso y quedar sanos con memoria, recordar sin fijarnos en ninguna de las
fases citadas o tratar de engañarnos con olvidos ficticios, resentimientos
encubiertos y dolor punzante de heridas abiertas que no sanaran solas y serán el
obstáculo para avanzar, levantarse, volver a vivir relaciones sanas y tener un
futuro. Debemos tener presente que, si nos atamos al pasado, no tenemos
presente pero mucho menos futuro.
imagen:www.google.com.do/search?q=Imagenes+de+duelo+por+Divorcio
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